martes, 24 de abril de 2012

REPORTAJE


COMENTARIO
Por su actualidad en la vida colombiana he querido traer este magnifico reportaje publicado en Noviembre de 2011 por mi General Clavijo, quien con su inteligencia vislumbra la realidad nacional y propone en ellos fórmulas para superar la crísis.

REPORTAJE

Por Brigadier General (r) Adolfo Clavijo
la experimentada periodista estaba revolcando papeles, periódicos y revistas. Lo hacía con ansia. Su escritorio estaba tan desordenado que era un verdadero desastre. De pronto, interrumpió su frenética tarea, pasó a su computadora y buscó la lista de reportajes que ella había hecho, y los de colegas suyos que había guardado porque le habían gustado. No estaba buscando un reportaje específico sino a quién entrevistar. Quería hacer una entrevista singular; un reportaje distinto, inédito, que aportara información novedosa e importante. Al revisar el mundo de documentos, periódicos, revistas, y el listado de trabajos propios y ajenos que tenía ante sí, sacó como conclusión que era común que, diaria o semanalmente, en los periódicos, en programas de televisión y en noticieros radiales se entrevistara a políticos, empresarios, industriales, deportistas, profesores, amas de casa, gobernantes, funcionarios, militares, obreros, indígenas, campesinos, guerrilleros, ex guerrilleros, mafiosos, presos, extraditados, etc., buscando sacar a la luz pública hechos, datos, informaciones o algo que fuera llamativo para los lectores, televidentes o radioescuchas. Sin embargo, tuvo que aceptar que todas estas entrevistas le resultaban sosas, poco llamativas; ella quería algo inaudito, insólito.
Buscaba hacer un reportaje original. Quería entrevistar a un personaje que le pudiera suministrar información auténtica, novedosa, desconocida, incluso íntima, sobre un tema específico. No daba con quién podría ser ese personaje. Resolvió tranquilizarse para poder pensar con cabeza fría; se recostó en la silla del escritorio, estiró las piernas, cruzó las manos detrás de la nuca y entrecerró los ojos. Parecía dormitar, pero no, estaba concentrada en su propósito. En efecto, a los pocos minutos, dio un salto y exclamó:

“¡Listo! ¡Lo tengo! ¡Lo tengo!” Y, hablándose a sí misma, dijo: “Ese sí se las sabe todas. Es el que más y mejor información tiene porque está metido de lleno entre la olla de los problemas. Ése es el que estaba buscando”.

Entusiasmada, tomó el directorio telefónico, buscó con avidez, y una vez encontró al personaje lo llamó de inmediato por el teléfono fijo.
-          ¡Aló!
-          Buenos días. ¿Con quién tengo el gusto?
En lugar del nombre que esperaba oír, escuchó una voz cortante, tosca, que le lanzó otra pregunta: “¿A quién necesita?”
-          Necesito al señor Conflicto Interno, por favor.
-          Sí, soy yo. ¿Y yo con quién hablo? ¿Qué se le ofrece?
_          Pues…, bueno, soy una periodista que desea entrevistarlo. Me llamo Pesquisa Estratégica y trabajo en el periódico El Pacifista. 
-          Mmmm, a mí nunca me han hecho un reportaje, pero no le veo inconveniente. Hasta me gustaría que la gente supiera por qué existo y por qué soy como soy; de pronto hasta me ayudan a cambiar. Si quiere, veámonos el viernes por la tarde, aquí en mi casa, o donde usted diga.
-          Perfecto. El viernes le caigo, a las tres de la tarde. Voy con un camarógrafo y un fotógrafo. ¿Le parece bien?
-          Venga sola. No necesita ni el camarógrafo ni el fotógrafo. Yo me hago sentir todos los días, en muchas formas. Con que busque fotos de los periódicos o tomas de televisión de los noticieros del día anterior a publicar la entrevista es suficiente. Así le resulta actualizada.
-          Ok, entonces nos vemos el viernes. Adiós y gracias.
-          Hasta luego.

El viernes se encontraron a la hora prevista, en la casa de Conflicto Interno. Después de los saludos de rigor, la periodista le explicó qué pretendía con la entrevista, y le solicitó que con las respuestas le ayudara a darle cuerpo a la idea. Luego, empezó el reportaje:

-          Me gustaría, primero que todo, que usted nos contara quién es, qué hace, cuál es su origen, cómo surgió a la vida pública de Colombia.

          Bueno, yo, Conflicto Interno, soy descendiente directo de las Guerras Civiles del Siglo XIX, incluida, por supuesto, la Guerra de los Mil Días. La Violencia Política de los Cincuenta -y su secuela el bandolerismo-, también hace parte de mis ancestros. En realidad, la Violencia Política es mi madre putativa. Nací en 1962, cuando el Partido Comunista Colombiano empezó a organizar en Colombia una revolución al estilo de la cubana. Es decir, llevo 49 años amargándoles la vida a los colombianos. Tengo cuatro hijos llamados: Violencia, -como la abuela-, Terrorismo, Narcotráfico y Delincuencia Común. Los cuatro trabajan para mí pero, en la práctica, Narcotráfico, que tiene como socios a las guerrillas, a las mafias y a las Bacrim, es el que nos sostiene a todos, excepto a Delincuencia Común; ella se defiende sola.
Conflicto se quedó pensativo por unos segundos y luego continuó:
-          De otra parte, existo, como han existido mis antepasados Guerras Civiles y Violencia Política, porque ustedes, los colombianos, me han aceptado como soy, con todas mis maldades, y parece que no pueden vivir sin mí. Ojalá yo no existiera, pero los colombianos han hecho todo lo posible para que, antes, mi beligerante familia y, ahora, yo, los hayamos acompañado a lo largo de la historia. Muy pocas veces hemos estado lejos de ustedes.
-          ¿Cómo así? ¿Usted afirma que nosotros, los colombianos, propiciamos su existencia, a sabiendas de que es perversa? ¿Que no podemos vivir sin usted? Explíqueme eso.

-          Muy sencillo. Yo me nutro de enfrentamientos, confrontaciones, disputas por el poder, reyertas políticas, ambiciones ideológicas, codicias, conspiraciones, conjuras, violencia, terrorismo, protestas agresivas, vías de hecho, etc. Y todo eso lo hay en Colombia, al por mayor. Eso es lo que me permite existir; lo que me alimenta. Por ejemplo, mi madre, Violencia Política, pudo subsistir aquí entre 1948 y 1953 gracias al agarrón entre liberales y conservadores. Y, desde 1962, yo tengo puesta la camiseta del comunismo, que, con el patrocinio de las mafias, me tiene trabajando las 24 horas del día.

          Pero ¿qué es lo que realmente le da vida a usted, señor Conflicto Interno? ¿A qué atribuye su nacimiento y desarrollo aquí en Colombia?
-          Yo soy hijo biológico de las ambiciones y codicias políticas; de la lucha indiscriminada por el poder. Esas ambiciones, codicias y luchas, aprovechando que la democracia colombiana es tolerante, débil e indulgente, apelan a la violencia para alcanzar sus metas, cuando saben o se dan cuenta de que por las vías legales no las pueden lograr. Entonces, viene el problema que me da el “soplo de vida”: unos agreden y otros se defienden. Surgen los muertos de lado y lado y eso es lo que me convierte en personaje de la vida nacional. Pero, si las ambiciones por el poder político y económico del país fueron las que me engendraron, los errores y las grandes fallas del Estado para tratar esos problemas fueron los que me criaron, me alimentaron y me hicieron crecer y desarrollar en medio de disparos y acciones criminales.
A mi madre putativa, la Violencia Política, y a mis abuelas y bisabuelas, las Guerras Civiles, las fecundaron y las formaron las peleas entre liberales y conservadores. A mí me concibió y me levantó el enfrentamiento entre el comunismo, que pretende tomar las riendas del poder, y la democracia, que trata de sostenerse.
-          Me disculpa, pero, siendo sincera, yo creo que los colombianos no estamos interesados en que usted haga parte del devenir nacional; que esté inmerso en la historia de la nación. No queremos seguir despertándonos todos los días dándonos cuenta de su presencia, debido a graves hechos de violencia que encabezan las primeras planas de los periódicos. ¿No cree que su final está próximo?
-          Lamento desilusionarla, pero, como están las cosas, y teniendo en cuenta el manejo que le vienen dando a la situación, yo nunca voy a desaparecer. Esto lo digo porque los gobiernos, los doce que han tenido que ver con la problemática, creyeron que lo único que me daba vida como Conflicto Interno eran las guerrillas, las autodefensas y su patrocinador, el narcotráfico. El error persiste; ahora se cree que las Farc, el Eln y las Bacrim son las únicas malas del paseo, cuando en realidad hay muchas otras cositas y pretensiones que me mantienen vivito y coleando. A mí me parece que mientras no se haga un chequeo completo de la salud del país, uno que permita descubrir otros males como el pago de indemnizaciones y el robo de tierras, nunca podrán mostrarme la tarjeta roja; entonces, seguiré siendo el dignísimo Conflicto Interno. En esto siempre han estado muy equivocados los distintos gobiernos y el Estado en general. 
-          ¿Podría explicar usted lo que afirma de las equivocaciones de los gobiernos para darle manejo a la guerra que vivimos y de la falta de un conocimiento completo de lo que pasa?
-          Voy a redondearle la idea en términos sencillos. Las Farc, el Eln y las Bacrim, expresión real del narcotráfico, más otras organizaciones criminales, asesinan, secuestran, extorsionan, etc. Es decir, cometen sus crímenes, que es lo que saben hacer. El Estado, apoyado sólo en la Fuerza Pública, responde buscándolos y golpeándolos cuando puede, y así pasan los días, las semanas, los meses y los años. Y para el Estado ese es todo el problema: bala va, bala viene, y ¡listos! La única solución considerada es que la Fuerza Pública liquide definitivamente a esas organizaciones, pero está demostrado que sola no lo puede hacer porque la agresión al Estado no viene únicamente por la vía de la violencia física. Existen otras maneras de agredir al Estado para desestabilizarlo, y yo veo que a eso no se le ha parado bolas. En ese campo, la reacción del Estado no puede ser armada. Resulta que en esto el Estado lleva 49 años, sin querer entenderlo.
Incluso, hace poco tiempo, el Gobierno sostenía que yo no existía, cuando he tenido más pinta de guerra que de conflicto. Negar mi existencia no arregló nada; me ayudó a vivir sin preocuparme, porque nadie me molestó.
-          ¿Quiere decir que el problema va más allá del enfrentamiento entre las organizaciones al margen de la ley y las fuerzas regulares del Estado? Explíqueme eso.
-          Al Gobierno de Colombia sólo lo trasnochan las Farc, el Eln, las Bacrim y las mafias del narcotráfico. Al resto, o sea, a los que conspiran, conjuran, injurian, manipulan la justicia, etc., el Estado los trata como a esos niños necios a los que los padres les permiten que hagan lo que quieran, que pataleen, griten, lloren y se quejen sin ninguna razón, y resulta que cuando el padre quiere trancarlos porque se volvieron inmanejables, no puede, ya es demasiado tarde, ya le han cogido mucha ventaja; entonces, para que lo dejen en paz por un ratico, termina dándoles gusto. Eso ha pasado aquí. Esos chicos, que se hacen los demócratas, con nombres comunes como Iván, Piedad, Gloria, Javier, Jaime, Jorge, Gustavo y otros que fungen de abogados y defensores de los derechos humanos, ponen en jaque la gobernabilidad. Viven sacándole la piedra a todo el mundo; desestabilizando. A mí, Conflicto Interno, esos ‘chicos’ me ayudan mucho a estar vigente; motivan a mis hijos, en especial a Violencia y Terrorismo, a que vivan haciendo travesuras. En otras palabras, la pasividad le está saliendo cara a Colombia porque la subversión no física le cogió ventaja al Estado. Lo tiene manicruzado.
-          Pero, ¿hay algo que justifique o explique esa doble acción contra el Estado, que le da vida a usted como Conflicto Interno?
-          En esto hay mucha tela para cortar. No se trata de una doble acción. Se trata de un programa conjunto, integrado, coordinado, preconcebido, que cumple, de manera sincronizada, un proyecto que está en pleno desarrollo. Como Conflicto Interno, soy el más autorizado para saber lo que está pasando porque, al estar en el ojo del huracán, conozco al dedillo el problema. Escúcheme, póngame cuidado: actualmente, el enemigo real y concreto de la democracia colombiana es el Socialismo de Siglo XXI, que busca, por todos los medios, sustituirla para imponerles a los colombianos un gobierno comunista del mismo sello del de los vecinos. En ese plan están los gobiernos ya matriculados en la línea de Venezuela, el Foro de São Paulo, los partidos comunistas de América, algunos de Europa, las Farc, el Eln, partidos de la izquierda colombiana, algunos políticos de partidos tradicionales y periodistas de izquierda, Ong y colectivos de abogados. Estos dos últimos juegan dos cartas: una político–ideológica y otra comercial: vender demandas para que les paguen con indemnizaciones. En este conjunto de piezas que forman un engranaje conspirador, las Farc y el Eln realizan la presión armada del proceso mientras la subversión política cumple un papel complementario, sin armas: le ´jalan´ a las presiones y coacciones políticas y a la manipulación y tergiversación de la administración de justicia.
-          Según lo que le entiendo, Colombia es blanco de un proceso subversivo que pretende instalar un gobierno comunista, y ese proceso cuenta con dos componentes; uno que emplea la vía armada y el otro, la presión política. ¿Es así?
-          Efectivamente, es así; veo que me entendió bien cómo es la cuestión. Pero hay algo más. Hay que tener en cuenta que el componente que emplea la presión política tiene a su vez dos segmentos: uno interno y otro externo (elementos  foráneos). El segmento interno trabaja sobre dos hojas de ruta: una política, que pone en la cuerda floja a los gobiernos y permite acariciar la idea de sentar al comunismo en el poder; la otra, jurídica, que cumple tres objetivos: 1) Con base en falsas denuncias a militares debilita la reacción militar contra las guerrillas. 2) Con esas falsas denuncias le dan vida a un negocio 100% perverso y muy lucrativo, porque haciendo condenar a inocentes, ellos llenan sus arcas y bolsillos. 3) Además, luchan por la continuidad del enfrentamiento para que no se les acabe este rentable negocio. Enredadito el problema, ¿no?
Ah, algo más. El segmento externo busca no aparecer, no incidir, pero presiona cuando le parece. Además, aguijonea a las organizaciones armadas para que sigan en lo suyo.
 
De otro lado, la parte armada cumple dos propósitos: uno es la violencia de las cuadrillas –crímenes de toda naturaleza; el otro es el terrorismo urbano que realizan las milicias, más la agitación, los disturbios, motines y las vías de hecho. Infiltran todo tipo de manifestación o protesta pública de estudiantes sindicatos, indígenas. Recuerde que alterar el orden público es uno de mis deportes favoritos.
-          Usted dijo antes que el Estado no actúa sino contra la parte armada del proceso subversivo y no hace nada contra la parte política, ¿no es eso lógico por cuanto la violencia y el terrorismo plasman actos delictivos que el Estado tiene que reprimir, mientras que las acciones políticas se encuadran dentro de los desarrollos normales de una democracia y no tienen por qué ser sancionados?
-          Las falsas denuncias y los desórdenes y desmanes producto de las protestas son delitos que el Estado se ha quedado corto en penalizar. En el cobro de indemnizaciones por denuncias inicuas también caben acciones punitivas pero no se han visto. En cuanto a las jugadas políticas, sí habría que mirar en dónde hay conspiraciones o conjuras y, si se pueden comprobar, el Estado debería reaccionar, pero nunca lo hace. Esas omisiones me favorecen; me mantienen con buena salud.
-          ¿Qué otro hecho impide una salida pronta del enfrentamiento fratricida?
-          Las zancadillas que el Estado le pone a la Fuerza Pública, sobre todo al Ejército. Mis hijos y sus socios la atacan con sevicia, y el Estado, en lugar de protegerla, le cae encima. Unos pocos ejemplos. 1) Fuera del garrote que la administración de justicia les da a los militares, varios gobiernos, atendiendo presiones de terceros, han tomado como ejercicio soberano, sin fórmula de juicio, destituir a generales y coroneles. 2) La devaluación de la JPM y el fuero, con responsabilidad de las tres ramas del poder público. 3) La burocratización del Ministerio de Defensa: oficiales experimentados que ocupaban algunos cargos administrativos -Secretaría General, Dirección JPM, Planeación, entre otros-, fueron desplazados y se les reemplazó con civiles inexpertos. 4) La reivindicación política de guerrilleros y, al mismo tiempo, la condena injusta de militares por actos legales del servicio, v. gr. el caso del Palacio de Justicia. 5) Las condenas a priori a militares por parte de la prensa, cuando ni siquiera ha comenzado el juicio. 5) Pago de indemnizaciones amañadas con dineros del presupuesto de las Fuerzas. Todo esto produce un doble efecto: les ayuda a mis familiares y amigos a mermar la capacidad de reacción de su enemigo, y desmotiva a los militares cuando se dan cuenta de que quienes los deben apoyar, en ocasiones, les voltean la espalda o les juegan sucio. Esto ayuda a mantenerme activo.
Hasta aquí voy yo. Creo que podríamos dar por terminada la entrevista. Espero haberle resuelto sus expectativas y haberle dado ingredientes suficientes para que me digiera muy bien como Conflicto Interno. Ignorar todos esos ingredientes que le nombré, ayuda a mis propósitos. Como lo más seguro es que a mí no me van sacar del campo de juego, podríamos hablar en otra oportunidad. Gracias por entrevistarme.
-          Sí, claro, todo esto es nuevo para mí y, estoy segura, para la mayoría de nuestros lectores. De mi parte, le doy las gracias por sus informaciones, pero, de corazón, le digo que espero no volver a verlo en mi vida ni en la vida de la nación nunca más y, por supuesto, a sus hijos y a los socios de ellos, tampoco.
-          Ojalá su deseo se cumpla. Yo tampoco quiero seguir metido funestamente en la vida de los colombianos, que, entre otras cosas, me caen muy bien, y quisiera no joderlos más, pero el problema no es mío sino de su esfera política. Adiós.

COROLARIO

Este tema del conflicto interno complementa los anteriores análisis de la realidad nacional (Procesos de Paz, Actitud del Estado Frente al Conflicto y Falsos Positivos)[1], presentados bajo formatos de fábulas y metáforas, figuras que facilitan la comprensión de las apreciaciones de situación que se hacen para estudiar una cuestión determinada, dentro de la problemática general del enfrentamiento que vive el país. 
En particular, el presente texto trata el tema del conflicto interno colombiano. En sí, este es un asunto muy complejo que subsiste en el ámbito colombiano debido a la gran cantidad de intereses de tipo político, ideológico y económico que lo hacen perdurar. Se puede definir como el punto de convergencia de intereses sórdidos. De otra parte, el mal manejo que se la ha dado a través del tiempo, y las equivocadas fórmulas de solución que en ocasiones se le han aplicado también han contribuido a que tienda a perpetuarse en la vida de la nación. Por ejemplo, durante los 49 años de conflicto, el país no ha contado con una Política de Estado que obligue a todos los estamentos y a los distintos gobiernos a seguir una línea de acción determinada que les cierre el paso a todas las clases de violencia y de transgresión que mantienen en ascuas la estabilidad del país, y que corrija actitudes o tendencias oficiales que veladamente ayudan a la existencia del conflicto. Tampoco cuenta el Estado con una Estrategia Integral que involucre a todas las entidades oficiales a trabajar en función de la paz, integrando, dentro de sus facultades, planes y recursos.
Ahora que se viene hablando de un posible diálogo entre el Gobierno y las guerrillas o, por lo menos, con las Farc, y si con el diálogo se busca salir definitivamente del conflicto, habría que tomar en consideración las siguientes situaciones:
1.        Las Farc y el Eln hacen parte del Foro de São Paulo, movimiento que busca instalar gobiernos comunistas en Latinoamérica; eso hace que estos grupos armados no sean autónomos para tomar decisiones como la de desmovilizarse. Es decir, esas organizaciones hacen parte de un proyecto político internacional que insistirá en su objetivo de asumir el poder, con o sin diálogos. Si es con diálogos los encaminarán hacia su objetivo final. ¿Cómo manejará el Gobierno esta situación? ¿La tendrá en cuenta? Si no le da manejo o no la tiene en cuenta, los diálogos pueden resultar contraproducentes.
Además, surgen otros tres interrogantes: ¿En su calidad de organización armada, las guerrillas podrían desprenderse masivamente del narcotráfico? y ¿qué harían con las milicias, a las que seguirían necesitando para que colaboren con el proyecto político comunista, generando protestas con vías de hecho que desestabilizan? ¿Sabrá el Gobierno qué hacer ante estas dos situaciones?
 
2.        Algunos sectores de la izquierda política colombiana –partidos, movimientos, políticos tradicionales y periodistas con tendencia comunista- y las fuerzas ideológicamente marxistas harán todo lo que les sea posible, directa o indirectamente, para que los resultados de los diálogos no afecten la posibilidad de que el Socialismo del Siglo XXI se instale, tarde o temprano, como gobierno colombiano. Buscarán encauzarlos en el sentido que más les convenga. ¿Tendrá en cuenta El Gobierno esta situación?
 
3.        Quienes usufructúan el pago indebido de indemnizaciones y quienes se han apropiado ilegalmente de tierras procurarán que el conflicto no se acabe, porque si eso sucede, se les acaba el negocio. Su intromisión en los diálogos sería intensa. ¿Hay planes del Gobierno para manejar esta otra situación?
 
4.        Si la administración de justicia del país no cambia su actitud complaciente frente a quienes agreden al Estado y a quienes los apoyan, e indebida frente a quienes defienden al Estado, no se concretará la paz en Colombia. Si, por el contrario, la administración de justicia resuelve ser justa, ecuánime y despolitizada, el camino hacia la paz en Colombia habrá avanzado un 50 ó 60% de su trayecto total. De acuerdo con esta situación, los primeros diálogos deberían ser entre el Gobierno y la Rama Judicial.

5.        Si el Gobierno no se prepara debidamente para conducir los diálogos y allanar los caminos para que estos resulten favorables a los intereses nacionales es mejor que no los acometa porque la improvisación puede dar resultados contraproducentes.

En resumen, la salida del conflicto colombiano depende más de la astucia y el empeño del Gobierno para lograr la paz que de la codicia y tenacidad de quienes, mezquinamente, están alineados al lado de los violentos. La astucia consiste en que antes de dialogar con las Farc y el Eln dialogue con las instancias que en alguna forma contribuyen con la existencia del conflicto.


Bogotá, D.C., noviembre de 2011


[1]Escritos con los títulos: Súplicas de Esperanza, Clásico local y Falsos positivos: el plato típico de la cocina criolla con más variedades. Aprenda a prepararlos, respectivamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario